sábado, 2 de agosto de 2008

La desconfianza

Las semanas han transcurrido. Clodomiro compraba zapatos nuevos, por que los antiguos se habían gastado de tanto caminar. Los pocos ahorros que quedaban escaseaban. Habían sido dias ofrendados por completo a su tarea personal, y bueno, las esperanzas ya eran pocas. Libreria por libreria, tienda por tienda, casas de antiguedades, ferias libres, en ningun lado conocían el texto.
¿Podré desvariar tanto? ¿Puede que todo sea parte de mi mente? no daba más de pensamientos el pobre Clodomiro.
¿Es posible que algo exista realmente siendo uno el único ser que posiblemente conozca de su existencia? Es verdad, el mundo "real" sólo es real desde el punto de vista de como lo percibimos. La realidad es una apreciación, y ahi el miedo a la locura, a no saber si todo se construye dentro de un hueso hueco. Clodomiro era muy conciente de aquello, del temor a la ficción. Y ya no solamente era encontrar el texto en si, como una obsesión personal, sino tambien sentir que la cordura aún era parte de su mundo. Y la red se extendía, porque esta posible locura podría provenir del dolor, del abandono del amor. Micaela me dejo, "creo" un libro en mi mente, lo dejo, quizas por desdén, ahora lo busco, pero ya no existe mas que en mi mente, como en el inicio del adios.
Clodomiro esta cansado, derrotado, agotado mentalmente, y cuasi empobrecido. Llega a casa, se sienta frente a la ventana, mira el cielo, la nube recorriendo los espacios en blanco, siente el silencio de la tarde, susurros de viento, el cuadrado de cristal que refleja su mirada perdida. Suena el teléfono, a duras penas contesta:

- Clodo, soy yo, Micaela. Necesito verte.

Clodomiro corta. Ya no cree en su mente.

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