miércoles, 21 de mayo de 2008

De ida y vuelta sobre un pensamiento (y un libro)

Clodomiro ahora tenía tiempo, y mientras caminaba distraído, pensaba que hacer con el. Bueno, en realidad tenía muchas cosas en la cabeza, como el porque de haber comprado ese libro, el porque de haberse perdido en un parque y haberse sentado a leer como si el tiempo no existiera. Pero ahora que el tiempo volvía a su vida, recomenzaban sus pensamientos, sus divagaciones. En realidad, todo aquello había sido un simple acto de evasión, una pequeña válvula de escape a los problemas que lo aquejaban. El libro en el basurero, y su vida retomaba el sendero desviado.
Avanzaba por las calles semivacías, y la lluvia comenzaba a humedecer sus ropas, mientras pequeñas gotas frias se depositaban en su cabello para luego bajar por su rostro. Clodomiro quería estar lejos de casa, en realidad no quería estar en ningun lugar puntual, quería evadir la pena de su corazón. Tal vez por eso tiró el libro; le deprimían las historias inconclusas, esos amores tortuosos de novela, los amores trágicos de filmes, los amores destinados al error en las teleseries. Todos necesitamos alegría en nuestras vidas, y no sumarle penurias. Pero Clodomiro cometió un error tan ridículo como cierto: las historias no se terminan cuando cerramos el libro, sino cuando dice Fin, y obviamente la historia de Marie no estaba aún concluida.
"Alto!!" eso es pensó Clodomiro. Volvió sus pasos al lugar donde había tirado el libro, pero este ya no estaba ahí, y ahora sólo podía retener el nombre de él: "Grandes historias, para momentos pequeños".

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