Estiró los brazos como siempre lo hacía. Ya era temprano, y el día debía ser organizado, pero ahora se sumaban nuevas "preocupaciones". Ya llevaba dos semanas y media en la nueva casa, y aunque los problemas con Madame Ciboulette se habían minimizado (asunto de sequía creativa de la prodigiosa artista del escobillón y el pie redoblado), eran otras las ocupaciones mentales y físicas de Pompadour. Los cambios por ser cambios, siempre construyen nuevos espacios de acción, y así van condicionando cada acto de nuestras vidas. Si siempre realizas lo mismo, repitiendo la misma conducta día a día, estarás mirando en una sola dirección. El error está en descuidar todo el panorama (Mary sabía algo de ello), pero afortunadamente, la vida cada cierto tiempo produce pequeños temblores, remezones estructurales de nuestras existencias, entonces el misterio es revelado.
Mary día a día de su observación a Pompadour, deseó que él la mirara, que notara que estaba ahí, para él, pero nuestro buen amigo prefería estirar los brazos y conversar de política internacional con Diderot (una imagen vale más que mil palabras, pero no más que un ladrido ilustrado) antes que mirar por la ventana, hasta que cierto momento, él decidió cambiar su lugar de residencia. Con un nuevo entorno, es necesario demarcar nuestros puntos de acción y mirada, y eso hizo Pompadour, por primera vez miró por su ventana y vio que había afuera. Grande fue su sorpresa al notar que la ventana de al frente estaba abierta de par en par, y había una bella mujer al interior. ¿Ironías del destino? diganle eso a Mary, pero lo cierto es que Pompadour, hombre ciego y algo torpe (los solitarios siempre son torpes y sufren de ceguera) tuvo una visión, una revelación. Esa mujer logró remover finalmente la existencia de Pompadour, si hasta el bueno de Diderot saltaba curioso, intentando observar y entender el porque su compañero de vida seguía con su boca abierta.
Retomemos el inicio de todo esto, a menos que desee volver a leer atrás. Pompadour tenías nuevas ocupaciones y pensamientos. Estiraba sus brazos y se movía presuroso a mirar por su ventana. Lentamente se instauraba el nuevo ritual, la novedosa dirección de su vida y sentimientos, ya que ella también lo había visto, y al igual que él lo observaba desde el otro lado. Lamentablemente, Pompadour aún no se atrevía a ir al frente. Quizás ser observador es más cómodo.
Mary día a día de su observación a Pompadour, deseó que él la mirara, que notara que estaba ahí, para él, pero nuestro buen amigo prefería estirar los brazos y conversar de política internacional con Diderot (una imagen vale más que mil palabras, pero no más que un ladrido ilustrado) antes que mirar por la ventana, hasta que cierto momento, él decidió cambiar su lugar de residencia. Con un nuevo entorno, es necesario demarcar nuestros puntos de acción y mirada, y eso hizo Pompadour, por primera vez miró por su ventana y vio que había afuera. Grande fue su sorpresa al notar que la ventana de al frente estaba abierta de par en par, y había una bella mujer al interior. ¿Ironías del destino? diganle eso a Mary, pero lo cierto es que Pompadour, hombre ciego y algo torpe (los solitarios siempre son torpes y sufren de ceguera) tuvo una visión, una revelación. Esa mujer logró remover finalmente la existencia de Pompadour, si hasta el bueno de Diderot saltaba curioso, intentando observar y entender el porque su compañero de vida seguía con su boca abierta.
Retomemos el inicio de todo esto, a menos que desee volver a leer atrás. Pompadour tenías nuevas ocupaciones y pensamientos. Estiraba sus brazos y se movía presuroso a mirar por su ventana. Lentamente se instauraba el nuevo ritual, la novedosa dirección de su vida y sentimientos, ya que ella también lo había visto, y al igual que él lo observaba desde el otro lado. Lamentablemente, Pompadour aún no se atrevía a ir al frente. Quizás ser observador es más cómodo.